Fíiiigaro, Fígaro, Fígaro, Fíiiigaro…
Laralalára, laralalá… Soy el factotum de la ciudad…
¡Soy el mejor, soy el mejor, voy a ganar!
¿Qué digo? Esto no es un concurso, luego: ¿en qué sirve? ¿a quién
vale? Ah, ¡claro! Se trata de ejercitar el talento, sin ánimo de lucro
ninguno, sin desembolso previo, sin la incertidumbre de la espera, sin… ¡Nada!
Es un ejercicio lúdico -a solaz- como
cazar ratones pero sin premio; para gente con sensibilidad ¡Qué
sandez! Yo no soy persona, o sí, no sé… Está claro que soy un “Felis
silvestris catus”, coloquialmente: “minino, gatito-gatito o como te pille te
vas a enterar”.
Tenemos nuestros derechos, como todo el
mundo: nos agrada sobremanera que nos consideren -acaricien- nos
cuiden -mimen- y que nos cepillen el pelo a la contra; bueno, no
¡Eso nunca! Lo que de verdad nos vuelve
locos es ronronear -atávico- y a la romántica de mi dueña ¡Más!
Ejem... voy a participar, aunque no acabe
de verlo con tanta espuma, je je. En fin, a ver si me centro
-siempre olvido el bigote- y es fundamental para relamerse a gusto:
Fíiiigaro, Fígaro, Fígaro, Fíiiigaro…
Texto : Rosa Cid
http://rosacid.com
rcid@infoarchivo.com
No hay nada como una buena crítica para promocionarse eh, pero aún estoy esperando tu gran relato, eso sí cuando dejes de ser "el hombre para todo".
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